Un
automovilista va...
conduciendo por una carretera, cuando ve a un hombre
joven con el pulgar levantado. Al disminuir la velocidad para recogerlo
queda consternado al ver que detrás de los arbustos o árboles de la
carretera asoman dos o tres compañeros suyos.
Considerando quizá que están abusando de su generosidad, o tal vez
alarmado ante la posibilidad de que se trate de una banda de ladrones,
el conductor decide en el último momento no recogerlos. Los viajantes se
encuentran ya bastante cerca del coche, pero el conductor pisa el
acelerador a fondo y se aleja tan rápido como puede.
Los viajantes parecen enojados: gritan y chillan mientras el
automovilista se aleja. Feliz de haber logrado escapar a tiempo, el
conductor sigue su camino unos kilómetros sin detenerse. Después, al
comprobar que el indicador de la gasolina se acerca al cero, se para en
una estación de servicio.
Acto seguido observa que el operario de la estación de servicio, lívido
como la cera, se aparta horrorizado del coche. El conductor baja para
ver qué es lo que pasa, y queda paralizado de horror ante lo que ven sus
ojos.
Atrapados en una de las manijas de la puerta hay cuatro dedos humanos
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